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Quién soy cuando nadie me mira

Crónicas de Éire. capitulo II

Crónicas de Éire.  capitulo II

En mi sueño suena un teléfono insistentemente, oigo una voz adormilada que contesta, si, si, ya vamos, enseguida bajamos, abro medio ojo y miro el reloj, las nueve y veinte…mierda! tengo que pensar un momento…horario diferente…solo son las ocho y veinte, aun llevo la hora de España. Ni tiempo para lavarme la cara, el autocar nos espera abajo, hay que correr. Y tanto corro…que subiendo me golpeo los dedos del pie contra el asiento del guía, como somos los últimos en subir nos toca viajar de espaldas, con una mesa en medio, ventaja…se pueden estirar las piernas, con cuidado de no darle al de enfrente.

En este punto debo aclarar qué en Irlanda se conduce por la izquierda, los coches llevan el volante a la derecha y los conductores llevan un cohete en el trasero, añado que las carreteras se las traen, se puede ir a 100km/h en unas carreteras sin arcén, de doble sentido, por las cuales dos autocares a la vez no pasan.

 

Recorrido turístico por Dublín, parada en la consabida catedral y partimos dirección al Valle del Boyne.

Visitamos Newgrange, allí empiezo a flipar, el cielo abruma, solo veo azul y blanco en una vuelta de 360 grados y verde espectacular a mis pies, salpicado de ovejas. Una tumba de cinco mil años de antigüedad (Brú na Bóinne), a la entrada unos símbolos celtas, espirales, rombos, ondas. Entramos por un estrecho pasadizo, agachando cabezas y con los brazos pegados, hasta el centro de la tumba, el guía nos señala en la oquedad del fondo la gran piedra cóncava donde colocaban las cenizas del muerto (o muertos, no se sabe), a las lados dos oquedades más con las mismas piedras. Luego señala el techo, las lajas de piedra superpuestas hasta formar un agujero tapado por una sola piedra…cinco mil años y ni una filtración, en un país donde llueve todo el año ¡como para vanagloriarnos de nuestras construcciones actuales!.

Comemos en una granja cercana, “soup of day” con pan de soda y mantequilla, los pájaros no tienen miedo de la gente, se acercan a la mesa a recoger cualquier migaja que dejes.

Regreso a Dublín, ahora podemos explorar por nuestra cuenta, primera parada evidentemente…el pub, paseo por la ciudad, con una parada en la farmacia para comprar unas tiritas especiales para los dedos y unas pastillas para el dolor, el dedo pequeño del pie se ha hinchado y duele, voy cojeando por Dublín.

Y a cenar un “fish and chips” con una pinta de Guinness.

1 comentario

Jean Bedel -

Uno de mis destinos de vacaciones favorito que nunca he podido realizar es a Escocia o Irlanda. el año que viene se lo propondré a la Sra. Bedel. Cuidate ese dedo.