Blogia
Quién soy cuando nadie me mira

Crónicas de Éire. capitulo V

Crónicas de Éire.  capitulo V

Me los pierdo, los acantilados de Moher, una de las vistas más espectaculares de Irlanda, más de doscientos metros de altura sobre el mar.  

Mientras yo en un viejo hospital de Ennis, sacado de las viejas películas de los años sesenta, casi espero ver pasar a las monjas por el pasillo, la sala de espera abierta a todos los vientos tiene un acceso a una capilla. Conmigo espera una mujer vestida para no desentonar con el lugar, se levanta y se va a la capilla. Después de desnudarme para que me hagan una radiografía del pie (algo que me deja alucinada), me visita un medico hindú o pakistaní, con su lento y comprensible ingles me notifica que efectivamente tengo el dedo roto, pero que como me voy tan pronto para mi país, no ve necesario hacer nada más que lo que yo misma ya había echo (inmovilización y calmantes para el dolor).

Pasan con el autocar a recogerme y seguimos viaje a Killarney, hotel de cinco estrellas, una pasada, justo enfrente tenemos el parque nacional, desde la ventana veo ciervos pastando, bajo corriendo (más bien cojeando) a ver si puedo hacer una buena foto…nada, cuando llego se han adentrado en el bosque, aun así doy un buen paseo despacito antes de cenar, hoy tenemos espectáculo.

Al entrar en la sala tengo la sensación como si me metiera en un geriátrico, por más que Marian me diga que el espectáculo es bueno…esto me huele mal, demasiada abuela inglesa por aquí suelta.

Liam O’Connor junto a su esposa Lisa Aherne, tres bailarinas y tres músicos, ofrecen un recital de música tradicional increíble, salpicado con adaptaciones de música más popular. El manejo del acordeón (toca 20 instrumentos) que tiene este hombre, es de por si ya un espectáculo, además lo adereza con una energía sorprendente. Las bailarinas con los trajes cortisimos mueven los pies a un ritmo endiablado…pero a mi me cautiva el irlandés del violín.

También entiendo tanta audiencia femenina…Liam O’Connor está como un queso, además salta del escenario y se mezcla con la gente ofreciendo una sonrisa irlandesa y cómplice a toda mujer en la sala.

Ya en el hotel, me regocijo con el lujo de mi habitación y duermo como un bebé.  

2 comentarios

David -

Hola, necesito ponerme en contacto contigo, sobre la cita de tu anterior página Morgia.

Jean Bedel -

Leyendo todos tus posts de las crónicas dan ganas de pasarse por allí de manera inmediata. Quizás para el año que viene? ...